miércoles, 27 de junio de 2012

Despertares

Comodín se despierta de sueños inconexos a una realidad de carne y hueso. Se apresura a recoger los frutos de la noche, antes de que el día los madure demasiado. Es ahora o nunca. Es ahora, y nunca más. Comodín comprende que no puede salir dos veces de la misma cama.

Baja la vista y ve un par de manos desconocidas, acaricia con una mano una mejilla que no conoce, se toca la frente y sabe que allí dentro actúa como un fantasma el enigma del yo, el plasma del alma, la gelatina del conocimiento.

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