Nos perdemos entre basura, entre insustancias. Un laberinto inútil y deprimente. Luces que sólo generan más sombras en las que se esconde lo poco realmente práctico en este universo.
Y entre sombras hemos de perseguir las pocas verdades, ascendiendo sobre el laberinto en el que todos se encuentran presos de forma voluntaria. Y desde la más alta colina, analizar y reaccionar. Pues salir del laberinto no es la solución, es la destrucción de esos caminos sin final ni principio.
Y mientras, sin reparo alguno, perdemos tiempo, fuerzas e impulso. La colina se convierte en terrenos abruptos que me hacen desistir, y poco a poco, dudas sobre si escalar o no es importante.
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